Capítulo 3: El Deshecho Inmortal; Entrando por Tercera Vez a la Capital Celestial 2
El
maestro de los días perdidos, caído tan bajo que se convirtió en el hazmerreír
de los tres reinos, sin ofrendas, templos ni creyentes. Esto mientras que los
dos sirvientes bajo su mando pasaron por una calamidad celestial y se convirtieron
en grandiosos dioses marciales que gobernaban sus propias regiones.
En
una situación semejante, era imposible para cualquiera no darle muchas vueltas
al tema. Si Xie Lian estuviera obligado decidir entre Feng Xin y Mu Qing, y
decir quién le hacía sentir más incómodo, respondería: “¡No hay problema con
ninguno!”. Pero si los espectadores tuviesen que elegir si querían ver pelar a
Xie Lian y Feng Xin, o Xie Lian y Mu Qing, pues dependería del gusto de cada
quien. Al final, los tres tenían suficientes motivos para apalearse entre sí, lo
que lo hacía una elección difícil.
Por
esa razón, todos se sintieron muy decepcionados cuando Feng Xin, que no
respondió durante un buen rato, sin emitir ni una sola palabra, se volvió
invisible.
Xie
Lian dio por concluido el acto, diciendo—: No pensé que las cosas se saldrían
de control. No fue intencional, me disculpo con cada uno de ustedes por haber
causado inconvenientes.
Mu
Qing respondió con sarcasmo—: Oh, pero qué coincidencia.
Coincidencia. Xie Lian también pensó que era demasiada
coincidencia. ¿Cómo había sido que golpeó a Mu Qing y destruyó el palacio de
Feng Xin tan casualmente? Desde la perspectiva de cualquier testigo, era casi
una venganza intencional. Pero la verdad era esta: era del tipo de persona que
podía escoger la única copa envenenada entre mil copas de vino.
Sin
embargo, tampoco era como si tuviera poder sobre lo que los demás pensaran, así
que se limitó a responder—: Haré todo lo posible para indemnizar los palacios
dorados y el resto de los daños. Ruego para que me den un poco de tiempo.
Incluso
para alguien sin cerebro, era obvio que Mu Qing quería seguir haciendo
comentarios mordaces, pero su palacio dorado no había sufrido ningún daño, y la
campana que le cayó encima fue cortada en dos. Sería indecoroso que alguien de
su estatus continuara siendo así de autoritario, así que también se quedó en
silencio y se volvió invisible. Cuando Xie Lian vio que los horribles líos ya
habían pasado, también huyó con prisa.
Cuando
aún estaba contemplando profunda y solemnemente dónde podría ir para conseguir
esos ocho millones ochocientos ochenta mil méritos, al día siguiente, Ling Wen
solicitó su presencia en su palacio.
Ling
Wen era una oficial celestial que manejaba los asuntos del personal divino, y
controlaba la navegación fluida y el rápido ascenso profesional de los humanos.
Todo su palacio estaba lleno de documentos oficiales y pergaminos desde el
suelo hasta el techo; era una visión bastante impactante, y podría hacer
temblar las rodillas. En el camino, cada oficial celestial que salía del
Palacio de Ling Wen transportaba montones de documentos que eran más altos que
la persona promedio, con una tez espantosamente pálida, y parecían estar
descompuestos o entumecidos.
Después
de que Xie Lian entrara al gran salón, Ling Wen se dio la vuelta y fue directo
al grano.
—Su
Alteza, el emperador tiene algo que solicitarte, ¿le brindarás tu ayuda?
Había
muchos "Zhenjun" y "Yuanjun" en el Reino Celestial, pero
solo había uno al que se le podía llamar Emperador. Si este señor quería hacer
algo, no tenía por qué preguntarle a nadie.
Por
eso, Xie Lian se sorprendió un poco antes de responder—: ¿De qué se trata?
Ling
Wen le entregó un pergamino—. Recientemente, ha habido un gran número de
grandes creyentes del norte que oran con frecuencia, por lo que las cosas no
deben ser pacíficas allí.
En
general, se llamaba “gran creyente” a tres tipos de personas: el primer tipo
eran los ricos, los que pagaban el incienso y los servicios religiosos, y
construían templos para los dioses; el segundo tipo eran los misioneros, que
podían promover la religión y dar sermones; el tercer tipo eran los creyentes
que poseían una fe absoluta tanto en el corazón como en el cuerpo.
Entre
los tres, el primer tipo dominaba; cuanto más rico era alguien, más temía y
respetaba a los dioses y a los fantasmas, y había tanta gente rica como peces
en el mar.
El
tercer tipo era el menos común, porque si alguien podía alcanzar ese nivel de
devoción, entonces su estado espiritual debía ser alto en extremo, y no estaría
lejos de la ascensión.
El
que se mencionaba aquí era, por supuesto, el primer tipo.
—El
emperador no puede atender el norte en este momento —explicó Ling Wen—. Si
estás dispuesto a hacer un viaje en su nombre, en el futuro, independientemente
de la cantidad de ofrendas que estos grandes creyentes hagan en gesto de
redimir sus votos, todo será contado bajo tu altar. ¿Qué opinas?
Xie
Lian recibió el pergamino con ambas manos y dijo—: Gracias.
¿Cómo
podría ignorar que Jun Wu le estaba ayudando? Se había limitado a hacerlo
parecer como si estuviera preguntando a Xie Lian si estaba dispuesto a ayudarlo.
En ese instante, fue incapaz de encontrar alguna frase para expresar cómo se
sentía, además de ese agradecimiento.
Ling
Wen respondió—: Solo soy responsable de hacer que las cosas sucedan. Si quieres
dar las gracias, espera a que regrese el emperador y ve a decírselo tú mismo.
Por cierto, ¿necesitas que te preste algún dispositivo espiritual?
—No
—dijo Xie Lian—. Por más que me dieras uno, no tengo ningún poder espiritual
una vez que desciendo, así que igual no podré usarlo.
Tras
haber sido desterrado dos veces, Xie Lian había perdido todos sus poderes
espirituales. Esto no lo afectaba en el Reino Celestial, el cual era un lugar
donde se encontraban todos los palacios divinos, y el qi espiritual era
abundante, interminable y se encontraba a su alcance para usarlo. Sin embargo,
una vez que regresaba al Reino Mortal, quedaba atrofiado. Si quisiera enfrentarse
a un oponente en una batalla espiritual, tendría que pedir prestado dicho poder
a alguien para arreglárselas. Todo un inconveniente.
Ling
Wen reflexionó por un momento—. Entonces sería mejor si llamamos a algunos
oficiales marciales para que te presten su ayuda.
Los
dioses marciales que estaban actualmente a cargo no lo conocían o lo
detestaban. Eso Xie Lian sí lo sabía—. Olvídate de eso también. Nadie vendrá.
Sin
embargo, Ling Wen tenía sus propias ideas y dijo—: Lo intentaré.
No
importaba si lo intentaba o no, pero Xie Lian ni estuvo de acuerdo ni protestó,
dejando que lo hiciera. Por lo tanto, Ling Wen entró en la matriz de
comunicación y preguntó clara y en voz alta:
—Escuchen
todos. El emperador tiene un asunto urgente en el norte y necesita
desesperadamente manos capaces. ¿Hay alguna alteza marcial que pueda asignar a
dos oficiales marciales de sus palacios?
Apenas
fueron pronunciadas sus palabras, la voz de Mu Qing hizo acto de presencia con
sutileza—: Escuché que el emperador no está en el norte ahora mismo, por lo que
es probable que sea un llamado de ayuda de Su Alteza el Príncipe Heredero, ¿estoy
en lo cierto?
Xie
Lian pensó para sí mismo—: ¿Estás todos los días vigilando el interior de la
matriz de comunicación...?
Ling
Wen pensó exactamente lo mismo, y tenía muchas ganas de sacar a Mu Qing de la
matriz por obstruir su trabajo, pero aun así sonrió por fuera.
—Xuan
Zhen, ¿cómo es que sigo viéndote dentro de la matriz estos días? Parece que
últimamente tienes mucho tiempo libre en tus manos. Felicitaciones.
Mu
Qing respondió con frialdad—: Mi mano está lesionada, estoy cuidando la herida.
Cada
oficial celestial presente pensó—: Esa mano tuya puede cortar las montañas y
los mares sin sudar, ¿cómo puede lastimarte el partir una campana?
En
un inicio, Ling Wen había querido esperar hasta haber engañado a dos personas
para que se ofrecieran como voluntarias antes de decir algo. Sin embargo, Mu
Qing no solo lo descubrió fácilmente, sino que también había tenido que señalarlo
en voz alta.
Ahora
era seguro que no habría nadie disponible. Como era de esperar, ni un alma
respondió, pero Xie Lian no le dio vueltas al asunto.
Él
dijo—: Te dije que nadie vendría.
—Si
Xuan Zhen no hubiera dicho nada, habría tenido éxito —replicó Ling Wen.
Xie
Lian se rio por lo bajo—. Lo has formulado como una fumadora de pipa con la
mitad de la cara cubierta, y dentro de la niebla, la flor se ve tres veces más
hermosa. Otras personas pensaron que era para trabajar para el Emperador, así
que, por supuesto, habrían venido. Pero si aceptaran y descubrieran que
trabajarían conmigo, probablemente habría un motín, y ¿cómo podríamos cooperar
en esas condiciones? De cualquier manera, estoy acostumbrado a estar solo; no
es como si hubiera perdido algún miembro durante todos estos años, así que lo
dejaremos como está. Gracias por todas las molestias, me marcho ahora.
Ling
Wen también se quedó sin ideas, así que ahuecó las manos en señal de saludo—. Está
bien. Deseo que todo vaya bien para Su Alteza allá abajo, que los oficiales del
cielo te den sus bendiciones.
—¡Ningún
camino está limitado! —respondió Xie Lian, agitó la mano y se marchó apresurado.
Tres días después, en el Reino Mortal,
en el norte.
Había
una tienda de té al lado de una calle principal. Su fachada no era grande y los
comerciantes eran sencillos, pero lo bueno del lugar era el paisaje. Había
montañas y aguas, gente y la ciudad. Lo tenía todo, pero no mucho; no mucho,
pero justo lo necesario. Si uno tenía la oportunidad de encontrarse en ese
paisaje, definitivamente lo podría volver un hermoso recuerdo.
El
Maestro de Té de la tienda estaba extremadamente ocioso, y cuando no había
clientes, lo que hacía era llevar un taburete para sentarse en la entrada y observar
las montañas y las aguas, la gente y la ciudad, bastante alegre mientras observaba
al resto. Ese día vio a un cultivador vestido de blanco que se aproximaba en la
distancia por el camino. Lucía desgastado por el viaje, como si hubiera
caminado durante mucho tiempo.
Cuando
el hombre se acercó, pasó por delante de la pequeña tienda al principio, pero
de repente se detuvo. Luego, muy lentamente, retrocedió. Levantó la punta de su
sombrero de bambú, elevó la vista, miró el letrero de la tienda y sonrió.
—“Pequeña
Tienda de Encuentro Casual”, qué nombre tan interesante.
Si
bien este hombre parecía algo cansado, su expresión era alegre, tanto que quien
lo miraba no podía evitar levantar también las comisuras de sus labios.
El
hombre preguntó—: Disculpe, ¿el Monte Yujun está cerca de aquí?
El
Maestro del Té señaló una dirección—. Está por aquí.
El
cultivador dejó escapar un suspiro, y se las arregló para no dejar escapar toda
su alma mientras lo hacía. Pensó—: Al fin
lo logré.
Este
era, en efecto, Xie Lian.
Al
dejar la Capital Celestial, originalmente estableció el lugar de aterrizaje
deseado en el Reino de los Mortales, esto en algún sitio cercano al Monte
Yujun. Sin embargo, quién iba a adivinar que cuando se marchó de manera tan
apresurada y saltó rápido, su manga sería atrapada por una nube veloz. Sí, fue
atrapada por una nube. No sabía cómo se le había enganchado la manga, pero de
cualquier manera, cayó a través del cielo de un millón de millas de altura, y
cuando aterrizó ya no sabía dónde estaba. Después de caminar durante tres días,
al fin llegaba al punto de aterrizaje que había previsto.
Xie
Lian entró en la tienda y escogió una mesa junto a la ventana, pidiendo té y
bocadillos. Después de acomodarse, de repente se oyó afuera el sonido de gongs
al son de los tambores y el sonido de llantos.
Miró
hacia la calle y vio a un grupo de hombres y mujeres, tanto jóvenes como viejos,
escoltando un sedán matrimonial rojo brillante.
El
aire que rodeaba la procesión era francamente extraño. A primera vista, parecía
una procesión nupcial, pero al observarla más de cerca, las expresiones en los
rostros de las personas eran solemnes, llenas de dolor, furia y terror. La
única emoción que no estaba presente era la alegría. No parecía que estuvieran
festivos en absoluto, sin embargo, todos vestían de rojo con flores y hacían un
espectáculo ostentoso. En verdad, una escena así era muy peculiar. El Maestro
de Té levantó la tetera de cobre que tenía en la mano y la inclinó para servir el
té. También vio esta escena desarrollarse, pero solo sacudió la cabeza antes de
continuar con lo suyo.
Xie
Lian vio cómo la extraña procesión desaparecía en la distancia y se quedó
pensativo. Cuando estaba a punto de sacar el pergamino que Ling Wen le dio para
leer una vez más, de la nada sintió algo deslumbrante pasar.
Al
levantar la vista, una mariposa plateada pasó volando junto a sus ojos.
Esa
una mariposa plateada centelleaba y era translúcida, y mientras revoloteaba en
el aire, dejaba un rastro brillante a su paso. A pesar de sí mismo, Xie Lian alargó
la mano hacia ella. La mariposa plateada era increíblemente inteligente; no
solo no estaba alarmada, sino que incluso se detuvo en la punta de su dedo. Sus
alas resplandecían, hermosas y serenas, y bajo la luz del sol, se sentía como
la ilusión de un sueño que se haría añicos con solo el toque de un dedo. Un
instante después, se fue volando.
Xie
Lian le hizo un gesto de despedida, y cuando volvió la cabeza, había dos
personas más sentadas en la mesa.
La
mesa tenía cuatro lados. Los recién llegados se sentaron uno a cada lado, uno a
la izquierda, otro a la derecha. Ambos eran jóvenes de dieciocho o diecinueve
años. El del lado izquierdo era más alto, sus cejas profundas y gallardas, y
sus ojos mostraban una especie de salvajismo desenfrenado. El de la derecha era
extremadamente justo, y era elegante y equilibrado; lo único era que su
expresión era un poco distante y fría, lo que lo hacía lucir como si estuviera
extremadamente disgustado. En realidad, ninguno de los dos parecía agradable.
Xie
Lian parpadeó—. ¿Ustedes dos son…?
El
de la izquierda respondió—: Nan Feng.
El
de la derecha dijo—: Fu Yao.
—No estaba preguntando sus nombres... —pensó Xie Lian.
En
ese momento, Ling Wen de repente transmitió un mensaje de voz—: Su Alteza, hay
dos oficiales marciales menores del Tribunal Intermedio que se han ofrecido
como voluntarios para ayudarte. Han descendido para buscarte, y ya deberían
estar allí.
Este
Tribunal Intermedio era naturalmente lo opuesto al Tribunal Superior. Los oficiales
celestiales del Reino Celestial podrían dividirse a lo tonto en dos grupos: los
que ascendieron y los que no. El Tribunal Superior estaba formado por oficiales
celestiales que habían ascendido por sus propias habilidades, y solo había
alrededor de un centenar de ellos en todo el Reino Celestial, en extremo ilustres.
En cuanto a los del Tribunal Intermedio, eran referidos como "generales
designados". Hablando de manera estricta, deberían ser tratados como
"Compañeros Oficiales Celestiales", pero cuando todos se dirigían
entre sí, a menudo sacaban este "Compañero" del nombre.
Si
había un Tribunal Superior y un Tribunal Intermedio, entonces ¿había un Tribunal
Inferior?
No.
En
realidad, sí había uno cuando Xie Lian ascendió por primera vez. En ese
entonces, la división todavía era "Tribunal Superior" y
"Tribunal Inferior". Sin embargo, más tarde descubrieron un problema:
cuando se estaba dando una autointroducción, sonaba bastante mal decir “Soy
xxxx, del Tribunal Inferior”.
Con
la palabra "Inferior", se sentía como si uno en verdad fuera inferior
en comparación con el resto. Hay que saber que entre ellos, en definitiva, había
genios y figuras destacadas con un poder espiritual impresionante; lo único que
les faltaba era una calamidad celestial antes de que pudieran convertirse en
verdaderos oficiales celestiales. ¿Quién sabía cuándo llegaría ese día? Por lo
tanto, se propuso que se cambiara ese término. Lo cierto era que escuchaba
mucho mejor decir "Soy xxxx, del Tribunal Intermedio"… a pesar de que
ambos significaban lo mismo. En cualquier caso, después de que hubo ese cambio,
Xie Lian no pudo acostumbrarse durante mucho.
Xie
Lian miró con fijeza a los dos oficiales marciales menores, cada uno con una
expresión más molesta que el otro, luciendo completamente opuestos a haber
venido por voluntad propia.
No
pudo evitar comunicar—: Ling Wen, no parece que estén aquí para ayudarme, sino
como si quisieran eliminar mi inútil cabeza.
Para
su infortunio, lo que dijo no pudo ser transmitido, y tampoco pudo escuchar la
voz de Ling Wen en sus oídos. Se dio cuenta que era debido a que había estado
lejos de la Capital Celestial durante mucho tiempo y sus poderes espirituales
se habían agotado.
Sin
ninguna opción, Xie Lian les sonrió a los dos oficiales marciales menores y
pronunció—: Nan Feng y Fu Yao, ¿verdad? Primero, permítanme agradecerles a
ambos por ofrecerse como voluntarios para ayudar.
Los
dos se limitaron a asentir, demostrando tener carácter; por la impresión que
daban, debían provenir de la reserva de distinguidos dioses marciales. Xie Lian
pidió al sommelier de té que trajera dos tazas más, luego levantó la suya y
apartó las hojas de té.
Preguntó
casual—: ¿De qué Alteza vienen?
—Del
Palacio de Nan Yang —respondió Nan Feng.
—Del
Palacio de Xuan Zhen —respondió Fu Yao.
—...
Bueno,
esto era ciertamente horrible.
Xie
Lian se pasó el trago entero de té que tenía en la boca y quiso saber—: ¿Sus
generales les dijeron que vinieran?
Los
dos contestaron al unísono—: —Mi general no lo sabe.
Xie
Lian reflexionó por uno segundos y volvió a preguntar—: Y bueno, ¿saben quién
soy?
Si estos dos oficiales marciales menores estaban
ahí y lo ayudaban después de caer bajo el engaño de Ling Wen, cuando regresasen
serían regañados por sus generales. No valdría la pena.
—Eres la Su Alteza Real el Príncipe Heredero —dijo
Nan Feng.
—Eres la justicia del Reino Mortal, el centro
del mundo —dijo Fu Yao.
Xie Lian se atragantó por un momento, luego le
preguntó a Nan Feng, inseguro—: ¿Acaba de poner los ojos en blanco?
—Sí
—respondió Nan Feng—. Haz que se largue.
No
era ningún secreto que Nan Yang y Xuan Zhen no se llevaban bien. Cuando Xie
Lian se había enterado de esto, no se sorprendió en lo más mínimo porque Feng
Xin y Mu Qing no habían compartido ninguna gran amistad en el pasado. Lo único
era que, en ese entonces, eran subordinados; así que si el Príncipe Heredero
les decía: "No peleen, tienen que ser buenos amigos", se contenían
sin perder la cabeza. Cuando estaban realmente molestos, a lo sumo se
apuñalaban con palabras, pero como estaban las cosas en la actualidad, ya no
había necesidad de ser hipócritas.
Incluso
los creyentes comunes de los dos oficiales celestiales en el sureste y suroeste
se miraban con desprecio. A lo largo de los años, el Palacio de Nan Yang y el
Palacio de Xuan Zhen siempre se habían visto como enemigos; los dos que tenía
ante él ahora eran un ejemplo clásico.
Fu
Yao se burló—: Ling Wen Zhenjun dijo que cualquier voluntario dispuesto era
bienvenido. ¿En qué te basas para decir que me largue?
La
palabra "dispuesto" pronunciada con esa expresión suya no era nada
persuasiva. Xie Lian dijo—: —Permítanme confirmarlo. ¿En serio están aquí como
voluntarios? Si no están dispuestos, no se obliguen.
Los
dos respondieron al unísono: —Estoy dispuesto.
Al
mirar sus dos rostros sombríos y desanimados, Xie Lian pensó para sus adentros—.
En el fondo, lo que quieren decir es “Quiero suicidarme”, ¿verdad?
—Bueno,
en cualquier caso —continuó Xie Lian—, hablemos primero de negocios. Estoy
seguro de que ambos saben lo que estamos haciendo aquí en el norte, ¿verdad?, así
que no voy a repasarlo desde el principio…
—No
—dijeron los dos al unísono.
—...
—Sin ninguna opción, Xie Lian sacó el pergamino—. Entonces supongo que empezaré
desde el principio por ustedes dos.
Se
dijo que, hace muchos años, había una pareja al pie del Monte Yujun.
Esta
pareja estaba profundamente enamorada. El novio esperó a que llegara la
procesión nupcial, pero esperó y esperó, y aun así no se veía a la novia.
Ansioso, el novio fue a la casa de la novia, pero su suegro y su suegra le
dijeron que ella se había marchado hace tiempo. Ambas familias informaron esto
a las autoridades y buscaron por todas partes sin resultado. Si se la comieron
las bestias de la montaña, al menos quedaría un brazo o una pierna. ¿Cómo podría
desaparecerse en el aire? Por tal razón, no pudieron evitarse las sospechas de
que la novia no estaba dispuesta a casarse, por lo que se confabuló con el
cortejo nupcial y huyó.
Sin
embargo, quién iba a saber que muchos años después, cuando otra pareja estaba
por casarse, se repetiría la misma pesadilla.
Una
vez más, la novia se fue. Sin embargo, esta vez quedó algo atrás. En un camino
pequeño, el grupo de búsqueda encontró un pie que aún no había sido comido por
completo.
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