Esta historia de amor fue enterrada y olvidada en los anales de la historia.
Los jóvenes antes despreocupados podrían haber pasado los exámenes del servicio civil imperial o haber vivido sin restricciones por preocupaciones mundanas. Sin embargo, él estuvo confinado profundamente en el palacio, con una vida de arrepentimiento.
Afortunadamente, en esta vida tranquila, todavía había algunos apegos que podía recordar con cariño.
La vio crecer de una niña inocente a una doncella hermosa, gentil y elegante.
La vio experimentar el amor por primera vez y la vio saborear la amargura del desamor.
Vio como, debido a la decisión precipitada del Emperador, ella estaba envuelta en magníficas túnicas y por un momento creí que se trataba de una muñeca de ofrenda a punto de ser colocada en un santuario para ser quemada en sacrificio.
Ella lo consideraba el único en quien podía confiar. Y él estaba dispuesto a darle una vida llena de amor y calidez.
Para ellos, su amor no era asunto de nadie más que de ellos.
Para el mundo, su amor era un pecado imperdonable y traidor.
Su profundo amor no pudo vencer la etiqueta y las costumbres de la época, ni pudo silenciar a la gente para que no difundiera rumores. Su amor no fue aceptado en esta era pacífica y floreciente...
Separados por un muro del palacio, ambos lados se desesperaron.
"En esta vida y en este mundo, nunca nos volveremos a encontrar. Solo en la próxima vida podremos reunirnos".
"Entonces, en nuestra próxima vida, definitivamente tienes que venir a buscarme. Seré una mujer simple y común entonces probablemente tú serás un erudito vestido con túnicas blancas ...Un día, cuando sostenga mi canasta mientras recojo moras, pasarás por el mismo camino en los campos y recogerás y me entregarás el adorno para el cabello que habré dejado atrás ese será nuestro primer encuentro..."
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